ESPAÑA UN PAIS DE CORRUPCION
No sé si el título resultará algo
excesivo pero, si se conecta cualquier canal de televisión o se hojea cualquier
diario, es la impresión que se percibe. No se puede atribuir a casos aislado o
a comportamiento individuales.
Los que pretenden atribuir la
culpa a las personas físicas dejando al margen a las instituciones, olvidan que
éstas no son entes abstractos, sino que vienen definidas por las personas que
las integran.
En la actual vorágine de zozobra
¿qué institución en España conserva la suficiente calidad moral para servir de
guía en la salida del pozo de corrupción en el que nos encontramos sumidos? Ni
los partidos políticos, ni la Monarquía, ni la Judicatura, ni la Fiscalía, ni
siquiera la Iglesia pueden enarbolar la bandera de la integridad y dirigir una
cruzada de saneamiento institucional.
Los únicos partidos políticos que
se encuentran al margen de las corruptelas son los que no han desempeñado
cargos de poder. La estrategia de los portavoces de los principales partidos
consistente en el : ...y tú más.. No
puede tranquilizar a la ciudadanía. No se transmite tranquilidad y normalidad
democrática si para distraer la atención de un caso de corrupción se destapa
otro mayor.
Los
órganos encargados de velar por la justicia y la integridad acaban teniendo, en
la cima de su pirámide jerárquica, puestos designados por los propios partidos
políticos que deben ser investigados. ¿Qué cabe esperar? ¿Se conoce del caso de
algún cargo público que esté pagando con cárcel por los casos de corrupción?
Sólo
queda el pueblo.
El
Pueblo, con mayúscula, libre y soberano, que debe recuperar la voz para hacerse
oír. No se trata de invocar la revolución, sino de exigir una regeneración
moral que no pueden encabezar los actuales representantes electos.
Mientras
los partidos políticos se postulen con listas cerradas, endogámicas y elegidas
por sus propios dirigentes, listas donde tienen cabida sospechosos e incluso
imputados formales, no podrán reivindicar la representación del pueblo, ni
mucho menos erigirse como líderes de la regeneración.
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